martes, 31 de mayo de 2016

La felicidad en tiempos de reformas educativas

En los últimos años, se habla mucho de la importancia de la felicidad en el sistema educativo. De cómo la felicidad puede influir muy positivamente en la educación de cualquier persona. Incluso, podemos encontrar algunos artículos en la red que nos mencionan cómo es de importante la inclusión de la felicidad en nuestro aprendizaje. En ningún caso, pretendo desmentir los efectos que tiene ser feliz en nuestra acciones y en nuestra vida pero debemos realizar una exploración más profunda de lo que supone el término felicidad y enseñar a ser feliz.

En una interesante entrevista realizada al filósofo, Gregorio Luri (@GregorioLuri), habla precisamente sobre ello. En la entrevista, bajo el título "Los padres que quieran hijos felices tendrán adultos esclavos de los demás", Gregorio Luri realiza un análisis sobre el concepto de felicidad y establece como prioridad "enseñar a superar las frustaciones inevitables antes de creer en un mundo sin frustaciones." Además, en la misma entrevista podemos destacar los siguientes aspectos: 

  • La vida no se resume bajo el término de felicidad sino que es algo más complejo lleno de incertidumbres y de malas experiencias que constituyen claves necesarias en nuestro aprendizaje.
  • Los adultos debemos tomar conciencia de esta realidad (la verdadera) y no tratar de ocultarla bajo eslóganes falsos que nos impidan tomar una actitud adecuada para cada momento.
  • Por supuesto que no se trata de defender la infelicidad. Infelicidad no es lo contrario que felicidad sino que realidad. Por lo tanto, debemos apostar más por el hacer que por el pensar. Queremos niños que se conviertan en adultos profesionales capaces de dominar una materia y desarrollarla eficazmente.
  • Muchos centros educativos aplican nuevas pedagogías, las cuales, amplían nuestro campo de visión para la enseñanza además de aportarnos conocimientos sobre su utilidad. Sin embargo, no hay escuela perfecta sino es el hábito de la persona el que nos servirá como indicador de éxito o fracaso. 

En mi opinión, es indudable que no debemos obviar la felicidad respecto de la enseñanza. No obstante, nuestro foco de atención debe radicar más en la acción que en el pensamiento. Valorar si una persona es feliz o no debe ser consecuencia de sus actos y no de lo que piensa. Se trata de medir más a las personas por su eficiencia o profesionalidad más que por sus emociones. Quizás ello nos sirva para valorar si somos o no felices.