Educar no sólo consiste en obtener buenos resultados académicos
sino desarrollar el talento que todo individuo posee. Sin embargo, ¿qué talento debemos desarrollar en un mundo tan cambiante?. En esta línea, me llama la atención un estudio que afirma que los alumnos que empiezan la secundaria no distinguen qué informaciones son relevantes en Internet. Teniendo en cuenta que el futuro laboral lo marcará el uso de las nuevas tecnologías, un buen comienzo sería fomentar las competencias digitales de los estudiantes (iniciativa que, por ejemplo, ya desarrolla la plataforma Google Actívate). Pero para fomentar estas compentencias hay que motivar al alumnado, no necesariamente a estudiar, sino a aprender. La capacidad de aprender es innata en todo individuo, la cual viene marcada por dos características: creación de una necesidad y obtención de un refuerzo. Sin embargo, ¿que pedagogías podrían funcionar para motivar?. Pues, tomando como referencia a Jose Antonio Marina y su iniciativa de UP (Universidad de Padres), existen dos tipos de pedagogías que pueden funcionar:
- Pedagogía de la posibilidad: uno de los físicos más importantes del siglo XX, Heisenberg, dijo que "la realidad no nos enseña nada. Sólo se limita a responder a nuestras preguntas". Sin embargo, una de las capacidades más sorprendentes de la inteligencia humana es descubrir posibilidades dentro de la realidad. El papel del docente consistirá en cómo enseñar a buscarlas.
- Pedagogía del entusiasmo: como dije anteriormente, para fomentar el aprendizaje hacen falta dos cosas: creación de una necesidad y obtención de un premio. El fomento del entusiasmo favorece la curiosidad del alumno a explorar nuevas cosas, al mismo tiempo que permite vencer sus resistencias a la pereza y desmotivación. La cuestión principal es que el alumno obtenga una experiencia agradable de aprendizaje ya que ello se traducirá en un reforzador para continuar.
Centrémonos más en el talento de las personas que en las herramientas, ya que ell@s son los primeros que quieren avanzar en su aprendizaje. Como dijo un niño de 10 años, "a mí no me gusta estudiar, lo que me gusta es saber".
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