Con la entrada del nuevo gobierno, son muchos los cambios que se han producido en los ministerios del anterior. Uno de ellos es el que afecta al de Educación donde la nueva ministra, Isabel Celaá, ha asumido la cartera. Resulta curioso que el Ministerio de Educación lo sea, también, de Formación Profesional mostrándose, ésta, como un objetivo educativo para los próximos años. Todo ello nos hace reflexionar sobre qué papel jugará la Formación Profesional en el futuro y si, realmente, merece un protagonismo en el panorama educativo.
En primer lugar, hagamos referencia a la trayectoria de Isabel Celaá. La ministra es licenciada en Filología Inglesa, Filosofía y Derecho y catedrática de enseñanza secundaria por las Universidades de Deusto y de Valladolid. En su carrera política, ejercició el cargo de consejera de Educación, Universidades e Investigación en el gobierno del País Vasco, región que podemos considerar como una de las más avanzadas en el territorio nacional de la Formación Profesional. De hecho, hace pocas semanas, Euskadi fue sede de un Congreso Internacional sobre la Formación Profesional en el cual asistieron representantes de más de 140 países y donde uno de sus ponentes, Jorge Arévalo, impartió una charla muy interesante.
La Formación Profesional podría solventar uno de los principales problemas que tiene el país en términos de desempleo que es el paro juvenil. Los últimos datos muestran que más de un millón de jóvenes entre los 16 y los 29 años no estudian ni trabajan (los llamados ninis) además de que existe un 18% de abandono educativo siendo una cifra muy elevada si lo comparamos con la de otros países europeos. Datos que nos llevan a reflexionar sobre el papel que podría desarrollar la Formación Profesional donde existe un vínculo muy estrecho entre los centros educativos y las empresas para la formación del alumnado.
La ministra de Educación y Formación Profesional defiende la "necesidad de dar un impulso a la misma mejorando, incluso, la marca España". Entendemos, con tal afirmación, que la Formación Profesional mejoraría los datos antes mencionados y daría un impulso a nuestro sistema educativo. Además, con la Formación Profesional dual, un alumno es evaluado en la empresa donde desempeñaría las prácticas permitiéndole adquirir un mayor conocimiento en su especialidad al tener un contacto directo con la realidad. Sin duda, una posibilidad para mejorar no solo los datos del desempleo sino, también, la empleabilidad.
La apuesta por la Formación Profesional supondría una clara mejora en la calidad formativa de nuestros alumnos traduciéndose en un impulso tanto a nivel social como a nivel laboral que es lo que se persigue con la modalidad dual. Se trata, por lo tanto, de tener un mayor vínculo entre las empresas y los centros educativos cumpliendo uno de los objetivos de la educación, tal y como defiende Serra Fortea, (2011) y es que "la educación tiene explícitamente el objetivo de producir un tipo de individuo que encaje con un contexto social dado".
En primer lugar, hagamos referencia a la trayectoria de Isabel Celaá. La ministra es licenciada en Filología Inglesa, Filosofía y Derecho y catedrática de enseñanza secundaria por las Universidades de Deusto y de Valladolid. En su carrera política, ejercició el cargo de consejera de Educación, Universidades e Investigación en el gobierno del País Vasco, región que podemos considerar como una de las más avanzadas en el territorio nacional de la Formación Profesional. De hecho, hace pocas semanas, Euskadi fue sede de un Congreso Internacional sobre la Formación Profesional en el cual asistieron representantes de más de 140 países y donde uno de sus ponentes, Jorge Arévalo, impartió una charla muy interesante.
La Formación Profesional podría solventar uno de los principales problemas que tiene el país en términos de desempleo que es el paro juvenil. Los últimos datos muestran que más de un millón de jóvenes entre los 16 y los 29 años no estudian ni trabajan (los llamados ninis) además de que existe un 18% de abandono educativo siendo una cifra muy elevada si lo comparamos con la de otros países europeos. Datos que nos llevan a reflexionar sobre el papel que podría desarrollar la Formación Profesional donde existe un vínculo muy estrecho entre los centros educativos y las empresas para la formación del alumnado.
La ministra de Educación y Formación Profesional defiende la "necesidad de dar un impulso a la misma mejorando, incluso, la marca España". Entendemos, con tal afirmación, que la Formación Profesional mejoraría los datos antes mencionados y daría un impulso a nuestro sistema educativo. Además, con la Formación Profesional dual, un alumno es evaluado en la empresa donde desempeñaría las prácticas permitiéndole adquirir un mayor conocimiento en su especialidad al tener un contacto directo con la realidad. Sin duda, una posibilidad para mejorar no solo los datos del desempleo sino, también, la empleabilidad.
La apuesta por la Formación Profesional supondría una clara mejora en la calidad formativa de nuestros alumnos traduciéndose en un impulso tanto a nivel social como a nivel laboral que es lo que se persigue con la modalidad dual. Se trata, por lo tanto, de tener un mayor vínculo entre las empresas y los centros educativos cumpliendo uno de los objetivos de la educación, tal y como defiende Serra Fortea, (2011) y es que "la educación tiene explícitamente el objetivo de producir un tipo de individuo que encaje con un contexto social dado".
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