Seguro que en algún momento has oído hablar sobre la
educación emocional y su importancia de incorporarlo en el sistema educativo
pero ¿qué supone realmente la educación emocional en nuestro sistema? Sin
ninguna duda, el buen uso de las emociones en el aprendizaje conlleva efectos
beneficiosos para el desarrollo de cualquier persona. Para ello, el profesor
debe crear las condiciones adecuadas para que el entorno de aprendizaje sea “adecuado”. Como afirma Francisco Mora
(@morateruel), doctor en Neurociencia y catedrático de Fisiología de la UCM, “sin emoción no puede existir curiosidad y,
por lo tanto, no podemos despertar en el alumno procesos cognitivos básicos
como la atención o memoria.”
Hasta aquí, tenemos claro la importancia de las emociones
pero ¿cómo despertar esas emociones en el alumno? Ya hay estudios pedagógicos
que afirman sobre la imposibilidad de despertar, por ejemplo, la curiosidad en el alumno para
desarrollar su creatividad con los métodos tradicionales. El
impulsor de la inteligencia emocional, Daniel Goleman, ya predijo la
relación entre las emociones y el rendimiento
académico y personal. Pero ¿qué es más importante: esperar a que el alumno esté
contento para que aprenda o que aprenda para estar contento? Salvador Rodríguez
(@salvaroj) en su blog ya defiende que “para
llegar a la nueva manera de aprender de los alumnos, deberemos de provocar un
cambio en la manera de educar de los docentes”. Nada más lejos de la
realidad.
Mi consejo es que si no sabemos cómo despertar la curiosidad
del aprendizaje, nos fijemos en personas que ya lo están haciendo. El proyecto
Marea Inclusiva es un buen ejemplo. En palabras de su mentor, “la idea surgió como una oportunidad para que
los alumnos participasen más en su aprendizaje, otorgando un papel más activo. Se trata de que tomen conciencia de lo que
aprenden y lo compartan con el resto.” En su metodología combinan
aprendizaje basado en proyectos, trabajos cooperativos y role playing con el
uso de herramientas TIC como blogs o videotutoriales. El resultado es que el
aprendizaje es más productivo y fructífero. No sólo es importante incorporar
las emociones en la educación sino que las acciones que llevemos a cabo
produzcan los sentimientos que pretendamos.
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