Desafortunadamente en los últimos años hemos visto, cada vez más, casos de bullying que causan una gran preocupación entre la población. La viralidad de estos hechos provocan un mayor impacto en la comunidad educativa y en la sociedad en general. Estos actos nos llevan a la reflexión sobre qué cosas estamos haciendo mal y cómo podemos mejorar para reducir al máximo este daño. Vayamos por partes.
En primer lugar, debemos de tener en cuenta lo que significa el término bullying. El acoso escolar o bullying es el maltrato físico y/o psicológico, continuado en el tiempo que hace un niño o grupo de niños hacia otro/s. Este maltrato tiene por objetivo provocar alguna consecuencia en la víctima ya sea a nivel físico, psicológico y/o social. Es importante tener en cuenta que éstas acciones vienen caracterizadas porque se prolongan en el tiempo repitiéndose reiteradamente.
Pero, ¿por qué se están produciendo estos casos entre los más
jóvenes?. Explorar cada una de las causas del acoso escolar supone una gran reflexión y bibliografía para entender cada una de ellas. Sin embargo, en este post quisiera señalar dos elementos que, desde mi punto de vista, están presentes en el bullying y son: educación y nuevas tecnologías. Ni la una ni la otra son causas directas de su aparición pero sí influyen como origen y recurso, respectivamente.
Cuando hablo de educación, me refiero a la pérdida de autoridad en la crianza de un hijo/a tanto para las familias como para las instituciones educativas. En una intervención del juez de menores Emilio Calatayud, lo define de la siguiente manera: "Los niños tienen tanto derechos como deberes y lo que se ha producido en los últimos años es que ha habido un abuso de derechos y dejadez de deberes". La recuperación de la autoridad no se refiere al control absoluto sobre la vida del menor y la imposición de tareas sino que los hijos respeten siempre a sus padres (así como a sus maestros) y contribuyan, de manera equitativa, al levantamiento de las cargas familiares mientras convivan con ellos. Esto es un aprendizaje que debe existir desde la infancia y que ayuda al menor a discriminar entre sus derechos y deberes.
Por otra parte, existe otro factor que, aunque no suponga una consecuencia de su aparición, sí se entiende como un recurso que supone un reforzador en el acoso escolar y son las nuevas tecnologías. De hecho, el Ciberbullying hace referencia al acoso escolar a través de medios digitales. Hace poco pudimos ver el caso de un guardia civil que evitó por Twitter el suicidio de una chica que recibía acoso escolar. Los dispositivos electrónicos pueden ser usados como herramientas para lograr el fin del acoso sin que los usuarios lleguen a ser conscientes de la viralidad que suponen estas acciones. Como adultos, no podemos dejar de lado qué supone un smartphone para un menor. Su prohibición no es la solución pero fomentar la curiosidad y la motivación en el aprendizaje a través de las Redes Sociales, por ejemplo, podrían ser un punto de inicio.
El bullying es un problema que nos atañe a tod@s como sociedad. Ningún/a adolescente merece ser acosado a una edad tan temprana y que sea víctima de estos hechos. En la serie, Por trece razones, plantea el acoso escolar en su dimensión femenina considerando nuestra existencia como lazos de apoyo, de solidaridad y de reconocimiento más allá de nuestra familia. Nuestro apoyo a los más jóvenes es esencial en la lucha contra el acoso por eso no considero acertado que nuestros profesionales trabajen de forma precaria para la asistencia del teléfono del acoso escolar. Situación que nos lleva a plantear si realmente estamos haciendo lo suficiente para prevenir el bullying.
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