sábado, 14 de octubre de 2017

El abandono escolar en nuestro sistema educativo

¿Por qué España sigue teniendo unas altas tasas de abandono escolar en los últimos años? ¿Cómo podemos abordar este problema? El pasado mes de Julio, el Ministerio de Educación publicó los últimos datos de abandono escolar en nuestro país. Dicha cifra se situaba en el 18,2%, por debajo de los datos del primer trimestre (18,5%). Podemos valorar estas cifras como algo positivo puesto que implica que cada vez más jóvenes apuestan por la formación para seguir ampliando sus conocimientos y capacidades. Esto no es solamente positivo para ellos sino para el conjunto de la ciudadanía ya que se traduce en la posibilidad de más empleo y oportunidades profesionales.

Sin embargo, los datos recientes se sitúan por debajo del compromiso de España con la Unión Europea: Reducir la tasa de abandono escolar hasta el 15%. Comparándolo con los datos de 2006, las cifras se situaban en el 30,6%, momento en el cual el país atravesaba una situación económica en crecimiento y muchos jóvenes abandonaban los estudios ante la posibilidad de lograr un trabajo y un buen salario sin grandes dificultades. Era el momento en el cual teníamos un 8% de paro, una de las cifras más bajas de desempleo que España ha tenido en los últimos años.


El abandono escolar no es ninguna broma y hay otros países de la Unión Europea que han logrado ya alcanzar sus objetivos para
2020 como Suecia (6%) Austria (7%) y Dinamarca (8%). El objetivo de la UE está claro: conseguir que el mayor número de personas tenga una formación básica. Los datos hablan por sí solos. En el año 2016, el 42% de las ofertas publicadas exigían como requisito mínimo disponer de un título universitario. En el polo opuesto, se situaban aquellas ofertas que sólo exigían graduado escolar y ESO que constituían el 10% del total.

¿Y qué podemos hacer en nuestro país? La respuesta está clara: invertir. En un informe publicado por CCOO, titulado ¿Por qué la población joven abandona los estudios?, señala que el retorno de los jóvenes a los estudios costaría 3500 millones de euros. Además, apunta 2 factores en la evolución del Abandono Educativo Temprano (AET)que son: factores educativos (influida por una política educativa cambiante en los últimos años) y factores sociolaborales (relacionada con la baja cualificación necesaria para el desempeño de diferentes actividades profesionales durante el período de 2000-2008). Debemos matizar que la AET es el porcentaje de jóvenes entre 18-24 años que han abandonado los estudios con una titulación inferior a la postobligatoria, es decir, sin tener, al menos, una Formación Profesional de Grado Medio o Bachiller.

En líneas generales, podemos plantear múltiples medidas para tratar de cumplir nuestro compromiso con la UE para el año 2020. Sin embargo, creo que, sobre todo, deberíamos apuntar en 3 direcciones: apostar por la Formación Profesional  cubriendo las demandas de estas enseñanzas; fortalecer las medidas de apoyo y refuerzo y atención a la diversidad para colectivos en situación de AET; y consolidar el vínculo entre el sistema educativo y el mercado de trabajo que permita a los alumnos estar en contacto con la realidad laboral ampliando sus competencias básicas. Un reto para todos los que queremos mejorar nuestra educación.


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